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sábado, 28 de junio de 2014

Una vez, una persona.


Una vez, una persona. 
Duró pocas sonrisas en mi vida, muy pocas, pero todas ellas muy intensas. 
No sé si significó algo o si sólo fue una brisa de aire fresco para ayudarme a seguir. Pero de cualquier forma, nos hicimos poesía. 
Aunque me pareció ver eternidad en el Edén que parecía esconder, se marchó. Y fue triste no por el hecho de que lo hiciera, sino porque al hacerlo, lo hizo como cualquier cobarde que se las da de valiente: "No eres tú, soy yo" "No es lo que has creído ver en mí, es lo que realmente soy".

¿Cómo no iba a pensar que él era maravillas, si me convertía en eso que tanto me gusta? algo bonito que leer.

Espero que no le importe que ponga un pedazo de "la idea que me hice de él" y que resultó no ser. Porque las personas se van, pero las palabras que nos dedican, si son buenas, se quedan. Y estás son buenas, muy buenas; 

«Dichoso tiempo. Tiempo dichoso. Es increíble el poder observar como la medida del tiempo es tan imprecisa como las horas, minutos y segundos. El tiempo no depende solo de los segundos que pasen, del movimiento de las nubes, de cada exhalación, de cada sonido, no. El tiempo depende, sobretodo, de las personas, el tiempo depende, en gran medida, de la compañía, el tiempo depende, por encima de cualquier cosa, de las emociones. Las emociones no son imprecisas, más bien al contrario, y aunque pueden ser confusas en ciertos momentos, las emociones nos indican en cada momento a donde queremos ir. Pero ocurre algo curioso, ocurre algo de grandes dimensiones cuando se juntan varios fenómenos compatibles que provocan una explosión del tiempo tal y como es conocido. ¿Y si pasas tiempo con una persona, y si sientes por una persona, donde está el tiempo? El tiempo no está. El tiempo se va, se desquita, el tiempo sabe que no es importante, sabe tan bien, sabe incluso mejor que las personas involucradas que no tiene lugar en ese momento que decide irse, decide abandonar para dar paso a algo mucho mejor. Y es por eso, exactamente por eso, por lo que el tiempo pasa tan rápido cuando estás con la persona con la que quieres estar, cuando estás haciendo lo que quieres hacer, y cuando estás sintiendo lo que quieres sentir. El tiempo, pasa tan rápido, porque se ha ido. Pero vuelve, el tiempo vuelve para recordarnos que tenemos que contar con él si queremos seguir disfrutando con esa persona.»

viernes, 27 de junio de 2014

París es allí dónde tú estés.

Allí estaba, como era costumbre desde hacía unas cuantas semanas. Sentada en un banco de madera con vistas al mar.
Tenía la cabeza baja y la mente evadida de todo lo que la rodeaba. Era culpa de aquella buena compañía que tenía entre sus manos.
Notó que las páginas blancas se volvían naranjas. Separó su vista de las lineas que había estado persiguiendo durante horas para terminar de ver el día caer.

Siempre le había parecido extravagante que la moda permita combinar todo tipo de colores en una sola prenda, pero no pensaba lo mismo de lo que se reflejaba en sus pupilas.
Porque es maravilloso detenerse a observar ese instante en el que el cielo se conjunta con cientos de colores distintos y que aún así, le sienten tan bien.

Las luces se habían encendido sin que apenas se diera cuenta de ello. Dobló la esquina de la hoja, cerró el libro y cogió los restos del café con la intención de irse.
Cuando pensaba despedirse de aquella bahía en la que la luna ya empezaba a asomar, alguien se sentó a su lado.
Era ese chico con el que había estado compartiendo alguna que otra mirada en otras tardes, no muy lejos de dónde en ese momento se encontraban. El mismo joven que parecía guardar bajo su iris algo, que sin saber qué, la cautivaba.

Era de su agrado cualquier desconocido que se atreviera a hablarle como si no lo fuera, así que no tardaron demasiados minutos en sentir la comodidad que se siente cuando ya has compartido otras veladas con alguien.

Les acogía una noche tranquila, normal, como todas. Sin nada especial. Sólo farolas encendidas, bancos, mar y el silencio de aquellos bulevares cercanos con el que solo era posible encontrarse un domingo a esas horas.

Se sonrieron y se hechizaron de todo aquello que les rodeaba. Porque a veces, para hacernos magia no hace falta ser magos.

Pasada una hora o dos desde que comenzaron a rodarles las palabras, se detuvieron en un silencio de esos que poco incomodan si estas con la persona adecuada.
Y ahí estaban sus ojos, observándose de cerca, mirándose fijamente. Jugando al despiste, manteniéndose clavados fijamente pero desviándose a ratos hasta los labios vecinos. Hablándose sobre lo que deseaban sin decirse nada que pudiera estropearlo.

Todo aquello era casi más loco y precipitado de lo que suena así, leído. Pero no les importó desistir y besarse las dudas porque sabían que las cosas más bonitas surgen cuando menos las esperas.

Cuando aquel varón se despegó de sus rosados, la volvió a mirar fijamente a los marrones, mantuvo el silencio durante unos segundos, y se atrevió a decir: "París es allí dónde tú estés"

Y ella, al escucharlo no pudo evitar volver a sonreírle como la tonta que seguramente era, porque ya había comprendido tiempo atrás que quizá París más que un lugar, fuera un sentimiento. Y que a lo mejor por eso, pasara lo que pasara después de esa noche, siempre les quedaría.

jueves, 26 de junio de 2014

Y ser la mejor versión de ti mismo.

No recuerdo dónde, cómo o quien, pero alguna vez le escuché decir a alguien eso de que hay que atreverse a ser quien uno verdaderamente quiere. A ser la persona que idolatrarías o de la que te enamorarías. A que nada te frene a la hora de tener esa actitud con la que realmente quieres tratar a la vida.

Dicen que así es como uno realmente logra ser feliz, y creo que no podrían tener más razón. 
¿De qué valdría la existencia si no pudieras vivirla como quisieras?

Eso no quiere decir que al hacerlo, algunos no te miren mal por haber tomado anteriormente un camino lleno de piedras. Son esos mismos que no valoran que alguien tome las riendas de su travesía,  los que no entienden que uno aprende a bailarle las penas al mundo a base de equivocarse.

Y no digo que se pueda cambiar porque lo que uno es, por mucho que se quiera, no se puede dejar de ser jamás.

Sólo pienso que todos tenemos una oportunidad, y es la de ser la mejor versión de uno mismo. 

martes, 24 de junio de 2014

"Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead."

Todo empezó al cruzarme con el dolor dos duras veces. Ambas casualmente en la misma noche. Fueron como puñaladas que se clavaron profundamente en mi pecho hasta hacerme dejar de sentirlo. Sobreviví, aunque no sé bien cómo porque juro que mientras le veía alejarse de mi vida una vez más, sentía que se me desangraban los sentimientos, y con ellos, las esperanzas.

Iba desapareciendo a paso ligero, perdiéndose en la oscuridad. Y mientras lo hacía, mis ojos, aunque quisieron, no pudieron apartar la vista de su espalda, la que tantas veces me dio y yo le abracé ciegamente.
Por mucho que intenté contener las lágrimas, una se atrevió a salir timidamente, desnudando así todas esas realidades que caían sobre mí y me hacían la vida un poco más resbaladiza.

Sé que hice mal al pedirle a unos brazos ajenos que me arroparan esa noche. Que no debí besarle los labios a la tristeza como si fuera alegría e ilusión. Pero estaba perdida en una mirada apagada, tropezando sin saber con qué y buscando una salida que quizá tampoco quería encontrar.
Necesitaba algo que me hiciera creer que no merecería la pena hacerme desaparecer y dejar de ser todo el destrozo que en ese momento era.

Ese día no fue el último en el que se me clavó un encuentro infortuito, pero si fue el primero de noches en vela prendidas por la ansiedad.
Desde ese día entendí porque hay quien no puede aguantar esa presión que desgarra el pecho y se la quita junto a la vida. También entendí el porqué de todas las canciones y poemas que hablan de balas, armas, y otras muertes que se incrustan en corazones.
No sé si me explico, aunque imagino que tan solo lo haré para aquellos pobres que también lo hayan vivido. Y digo "pobres" porque es morir en vida. Son ojeras, cansancio, querer dormir y no poder porque algo en ti no te deja. Son nervios, sentir que el mundo te está devorando y tener que chillarte hacia dentro el dolor por intentar simular que no hay locuras insanas en ti. Y un malestar en el lado izquierdo que no te deja ni soñar despierto.
Todo eso te va consumiendo y creo que llega un día en el que o te liberas de ello hacia fuera, o destruyes toda posibilidad de gritártelo hacia adentro, empezando por ti.

Sí, ha sido desde ese día que he sentido como me deshacía por dentro en silencio.
Y me ha sorprendido que en medio de todo el caos y desorden que ha habido en mi mente, haya sido capaz de no caer y de sacar sonrisas de dónde aparentemente no las habían, ni las podrían haber. De lograr cosas que cuando vi ese panorama, pensé que no podría lograr.

Sólo falta que llegue un clavo capaz de sacar el otro del que yo sola no consigo liberarme.

viernes, 20 de junio de 2014

Piensa, luego cae.


Cargaba sobre sus espaldas unos cuantos daños cuando sintió que la juventud que le acababa de comenzar no evitaba que se sintiera vieja. 
Recordaba las palabras descuidadas pero sinceras que alguna vez le había soltado algún amigo. No dejaba de pensarlas, darle vueltas, y marearse. 

Ya se había dado cuenta de que a veces parece que te apagan el brillo y te rompen las ilusiones, y es como si esos años jóvenes perdieran su esencia de ser. Como si les quitaran la banda sonora a la vida, la arrugaran hasta hacerla una bola y la tiraran a esa papelera que ya se había encargado ella de llenar de desesperaciones y cosas que siempre se quedaron a medio hacer. Entre el si y el no, y el "no tiene lo que hay que tener". Y es lo que no le deseamos a nadie lo mismo que la rodea. No sólo el desorden de su cuarto sino también, el de sus ideas. 

Cuánto mal a hecho el querer y que sobrevalorado está a día de hoy. Porque lo ofrecen como si siempre viniera a ser buena música, pero nadie habla de cuando se va y te das cuenta de que lo que te han vendido es pura música comercial. Porque al igual que ella, todos vamos a dónde el amor y nos apostamos por él cualquier cosa que tengamos encima en ese momento sin conocer bien las probabilidades reales que tenemos de quedarnos sin ello. Y luego pasa lo que pasa, eso que le pasó.
Es como cuando lloras sin saber por qué, pero aún así no puedes parar. Es como cuando te ahogas pero sin agua ni nadie que te pueda salvar. Es un dolor únicamente conocido y sobrellevado por quien lo padece. Era eso, lo que la afligía cada día desde hacía ya 196. 
Sintiendo la presión que se tiene cuando se cree llegar tarde a algún sitio, cuando creemos que todo lo hacemos rápido y mal, y eso mismo nos lleva a dejarnos olvidado el sueño atrás.

No era capaz de quitarse ese sin vivir de encima, aunque jura y perjura a voces interiores que lo ha intentado de todas las formas habidas y por haber. Siendo consciente de que no hay nada peor que fracasar para uno mismo, y apagandose aún más por ello. A pesar de estarlo más que las luces de su cuarto, nunca nadie se lo notaba. Era como si sonriera más y le riera el doble las gracias a la vida, pero al quedarse a solas con la soledad dejara de tensar la cuerda, se le escapara de las manos y el desequilibrio interior se encargara de hacerla caer hacía un vacío lleno de miedos. Uno dónde teme no volver a sentir nada de lo que en alguna historia pasada creyó sentir. Uno dónde huir de los demonios propios fuera cosa imposible. Vacío dónde no existe música.

"La ausencia de sonido es la depresión querida, es la depresión".




"No, cariño, no todo el que es amable es bueno."

Perdí la cuenta de los fracasos que se han sumado a mis costados.
Olvidé el número de personas que me han besado los labios como si siempre sabiendo que sería como por un rato.

Créeme que cansa hacer cosas por gente para que luego todo eso quede en nada. Muchísimo.
Y acostumbrarse a una voz que de repente un día dejas de escuchar de la forma en la que solías. Así, en ese tono tan puesto unicamente para ti y no para otra persona.
Hasta echas en falta las manías que a lo mejor ni ellos mismos sabían que tenían.

No sé cuantas veces me he puesto mi mejor sonrisa con el vestido que mejor le sentara. Ni todas las horas desperdiciadas peinándome para alguien que terminaría siendo nadie.
Sólo sé que todas esas veces quise hacerme la tonta, hacerlo como quien quiere por primera vez, por así tratar de querer como se debe. Pero olvidé que las primeras veces no suelen salir bien.

Han sido tantos sentimientos entremezclados y tantas caras diferentes en tan poco tiempo, que ya mire dónde mire parecen todas iguales. 

Duelen las excusas una vez más, y que te mientan como pensando que eres tan tonta que les creerás, como si no hubieras tenido que tragarte tantas mentiras en otras historias vacías que ahora supieras diferenciar a la perfección las que lo son de las que no. Como si fueras un mero entretenimiento. Un circo para sus ratos libres. Un ¿por qué no? Que carece de "porque síes".

Rompe que jueguen a ilusionarte como quien no quiere jugar . Una vez más como esa figura de porcelana china que se hizo mil pedazos cuando jugando con ella la precipitaron contra el piso. Y quien sabe si fue queriendo o sin querer, pero descompone.

No quiero escuchar más palabras sin sentido. No estoy preparada  para volver a escucharlas de la forma en la que pueda creermelas. De la manera en la que no huya de canciones de amor porque les encuentre algún significado del que no quiera escapar. Ya no más.
No tengo esa fuerza necesaria para volver a intentarlo sabiendo que me juego algo tan preciado como mi propia felicidad.

Y si, es cierto, si me intentas tocar el alma la notarás un poco más fría que ayer, pero menos tonta, también.
















Ya lo decía Neruda.

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, 
repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaídos.

Muere lentamente quien no cambia de vida 
cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida
huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Arriesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!                                                             Pablo Neruda

miércoles, 18 de junio de 2014

De esas veces en las que perderse es igual a encontrarse.


Todos tenemos una historia que no queremos que nadie conozca. Una de esas llena de actos que sabemos que no contaremos a nuestros descendientes. Que callaremos apretándonos los dientes mientras tratamos que no comentan los mismos fallos.

En el momento en el que lo vio por primera vez, supo enseguida que él sería la suya. Que tenían los días contados y que de alargarlos, el daño que podría causarle iría en aumento. Pero no hubo culebra que pudiera haber evitado que rozara sus labios y se quedara con dos años de su vida.

No sabe en que momento fue que se cansó de tropezar consigo misma y su pasado. De acariciarlo y besarlo como si aún estuviera presente. Como si fuera a regresar.

Olvidó durante mucho que lo que se queda en el pasado ya no vuelve a suceder, ni a ser, lo que alguna vez pudo haber sido.

Y le fue difícil, realmente difícil tener sentido de la orientación cuando se trataba de dárselo a su vida.
Andó muchos pasos sin saber a dónde mientras todo le indicaba estar en el norte.

Nunca antes había hecho nada que se hubiese propuesto. No le preguntéis entonces que la llevó a hacerlo en ese tan pésimo momento, porque se encogerá de hombros mientras realiza un levantamiento de cejas.

Lo cierto es que necesitaba algo que la evadiera de sí misma y le marcara un camino que le hiciera olvidar las piedras del ya recorrido. Uno sin inviernos. Uno estable.
Fue por ello que se atrevió a hacer cosas que la timidez normalmente no la dejaba hacer. Conoció así, una parte de su persona que ni sabía que existía. Tan distinta que si se la hubieran presentado un año atrás, la habría visto como a una completa desconocida.

No quiere que suene a consuelo si dice que no se arrepiente de nada, porque realmente considera que de no haberle cometido, habría tardado mucho más en perder la vergüenza y atreverse a ser nada más y nada menos, que quien verdaderamente es.


miércoles, 11 de junio de 2014

Sin más.


Hay días de sólo querer salir a solas contigo misma. De pasearte a observar el mundo. Días de dedicarte caprichos porque sí, porque (te) quieres. 

Aquel día era de ese tipo. Se me apetecía dedicarme algo caliente y un dulce de esos cremosos que suelen tener en aquel café. 
Me encanta ese sitio. No sé si es por las fotos de artistas y la buena música que lo acompañan, si son esos asientos rojos encajados a la pared que rodean las mesas y que tanto me han gustado desde siempre o si es el hecho de que suele estar vacío de ese tipo de gente que resulta algo incomodante. O todo. No lo sé, pero desde que lo descubrí ha sido mi locus amoenus para cuando quiero meditar y relajarme sin más compañía que la mía. 

Hice sonar la campana de la puerta, me dirigí a la derecha de esta y me senté en el segundo sillón de la primera mesa que encontré. 
Me atendió el simpático camarero que ya lo había hecho las otras veces que me había pasado por allí. Creo que para entonces ya se había familiarizado conmigo porque me preguntó si querría lo de las otras veces, a lo que asentí tímidamente. 

En menos de 5 minutos ya estaba baňando mis labios en una espumosa taza de chocolate con el periódico de la semana pasada delante, pero no me importaba, ese tampoco lo había leído.

Me dio por mirar el horóscopo, y admito que no creo mucho en esas cosas pero ese día sentí curiosidad. Ponía algo sobre que uno de esos siete días tendría lugar algún suceso inesperado que podría cambiar el rumbo de los acuarios, y me reí. En seis días no había pasado nada así y el último día de esa semana no parecía que fuera a ser distinto.

De pronto sonó la campana de la puerta y aparté casi inevitablemente la mirada del papel.
No esperaba a nadie, pero alguien llegó. 

Sonaba The way you look tonight cuando esa chica de cabello castaño y piel perlosa se sentó en el primer sillón de la mesa que me había dado por elegir. 
Me quedé perpleja. Juraría que ni me vio al hacerlo. 
Parecía asustada, no dejaba de mirar hacia el extremo del local que se situaba tras su espalda. 
Estaba tan desconcertada que no me atreví a decirle nada. 
En una de esas se dio cuenta de que la estaba analizando, o igual le empezó a doler el cuello, quien sabe. Pero me miró. 

Las personas que tienen colores de ojos llamativos suelen dejarme embobada tan sólo observándolos. Ella los tenia  azules y no pude evitarlo. 
Desconozco cuantos segundos me pasé mirándole el iris hasta que habló, pero tampoco es importante saberlo. 
El caso es que abrió sus labios rosados y carnosos para disculparse. Luego, sin que yo dijera nada, me contó lo que la había llevado hasta allí, como quien se ha retenido calladamente tanto algo, que ya no puede aguantárselo más y se lo libera a cualquiera.

Hubo un momento de la conversación en el cual nos desviamos del tema y sin querer empezamos  a hablar de cosas que ni recuerdo, pero es curioso porque creo que hasta le hice olvidar lo que la había hecho adentrarse en aquel local. 
Perdimos la cuenta de las risas y las horas que se nos habían pasado.
Me vi obligada a pedir alguna otra cosa más al camarero para así disimular lo que realmente me hacía no querer irme.

Hablábamos y la distancia de esa tabla que nos alejaba se iba haciendo a cada palabra más y más corta.

Me rozó la mano y casi me para el mundo. Aunque de alguna forma ya lo había hecho al hacerme perder la noción de la vida por tanto tiempo seguido. 

Todo perdió su encanto cuando miró su reloj y me dijo que tenía que irse. Mi cabeza no pudo evitar pensar un "quédate un poco más", pero no me atreví a decirlo, aunque si pude notar en su mirada que ella tampoco quería hacer sonar la campana de aquella puerta para no volver a ese instante ya nunca más.
Lo confirmé cuando se abalanzó sobre la poca distancia que ya nos separaba hasta llegarme a los labios.

No quiero hablar de como reaccioné porque todo aquello estaba siendo demasiado extraño, o quizá impredecible, pero también increíblemente mágico.

Pedí la única cuenta que me tenían al contado mientras la veía deslizarse para salir de aquel asiento que al igual que yo, también la vería darse la vuelta para dejar de hacer de ese día, recuerdos. Aunque también le dio la vuelta a todo. No sé si me explico.

Antes de que se perdiera entre la multitud me atreví a preguntarle cuándo la volvería a ver, a lo que sonriendo me respondió: 
"algún otro día inesperado, en cualquier otro lugar al azar".

Se marchó de aquel café dejándome un sabor agridulce en los labios y mil preguntas para las que aún no he encontrado respuesta. Se marchó, pero permaneció en mi cabeza de camino a casa toda esa noche, y unas cuantas más.


lunes, 9 de junio de 2014

De grandes historias breves.

Mientras lo vivíamos trataba de exprimirlo porque sabía que tarde o temprano se nos escurriría sin darnos cuenta de entre las manos, y que ya para entonces habrían pasado muchos días desde ese. Y así ha sido. Ahora, sin más, tanto tiempo después, pero no se olvida. Al contrario, es como si nos hubiese ocurrido ayer, sólo que un poco más difuminado.
A veces me detengo en seco y me bajo de la rutina para recordar ese tipo de escenas y preguntarme sobre cómo se puede vivir sin hacerlo fabricándonos constantemente de ese tipo de momentos. Y la verdad, no lo sé.
Me atrevería a decir que detenernos el mundo así y sentirlo, es la verdadera esencia de la vida. Y es por eso que pase lo que pase, guardaré en mi mente un espacio dedicado a agradecerte que de una manera tan bonita, me lo hayas hecho entender.

sábado, 7 de junio de 2014

'Lo eligen, te lo juro, los he visto'.

Julio Cortázar explica eso que ya decía Luis Cernuda, "no intentemos el amor nunca". Y cuanta razón tenían los dos. 

Si alguna vez te lo cuestionas y llegas a la conclusión de hacerlo porque no pierdes nada. De intentarlo "a ver que sale", hazte y hazle un favor, y no lo hagas. Porque no es algo que se elija, y si se elije, no sé de que sé tratará, pero no será de eso.

El amor o se hace bien, o no se hace. Porque al querer hacerlo por la mera motivación que la del querer, sabe hacerse sólo. Y sentirás que las cosas grandes también surgen por sí mismas. Y lo mejor, sin sentir que hacerlas le supone a nadie gotas de sudor.

Pero es un mundo racional, y claro que te lo tienes que plantear. Sobretodo consultar con la almohada antes de dejarte llevar. Pero cuando sea algo real se tratará de algo tan puro, que los pensamientos no te taladrarán la cabeza. Tan sólo te dirán que tengas cuidado y des los pasos adecuados para que hagas el camino que te lleve al lugar correcto, sin más desviaciones que valgan que la que se te ha presentado ya, y la que te ha sido casi inevitable tomar.
Porque los verdaderos cuando inician el camino y van de la mano, lo hacen para quedarse en donde lleguen, aún sin saber hasta dónde les llevarán sus pies. Y no está bien dar por hecho cosas que no sabemos a dónde irán a parar o a continuar, pero entonces, entonces ni te lo plantearás.





viernes, 6 de junio de 2014

Sí o no, pero nunca 'quizá'.


A veces me pregunto si no se cansan. Si no se cansan de no saber, de no tener las cosas claras por insistir en oscurecérselas. Dicen que la opción acertada se toma cuando no hay más opciones que elegir, porque se decide que no hayan más por las que decidirse. Pero insisten en complicarse la vida, en no valorar lo que se les da, en hacerte saber que es verdad que la gente real escasea. Porque aunque cueste creerlo, en pleno siglo XXI todavía quedamos algunos que no estamos hechos para querer a medias. Y vuelven a atropellarte las actitudes que no deseas ver en las personas, a pasarte por encima los miedos y las decepciones. Pero eh, de alguna forma tenía que haber algo que hiciera valiosas a esos seres que si saben ser, y estar.

jueves, 5 de junio de 2014

Wayfaring stranger.

Que tendrán los hombres con la mirada perdida, que tanto la pierden. Escuchando la música de una vieja radio y sintiéndose reina de la oscuridad en unos brazos que la sujetan con cigarrillo en una mano, y vaso de whisky barato en la otra.
Sabía que aquello no le convenía, pero sus piernas le fallaban a la hora de huir de aquellos ojos que cuando querían, podían desnudarla con la mirada.
Claro que quisiera no ser así y no conformarse con el falso abrazo que le fingen después de haberse dejado visitar las intimidades, pero ya era demasiado tarde como para no creer que aquella era la única forma de sentir ese algo de lo que le faltaba. Simulaba entonces no saber que un descuido puede hacer del roce, cariño. Y que el cariño cuando es roce, puede llegar a escocer. Pero bien que lo sabía. Tanto, que se le notaba en los "te quiero" que nunca dejaba que le dijeran.
Todo tiene un por qué, y el suyo fue una historia de la que ya solo quedan cenizas esparcidas por no se sabe dónde mientras suena Ride allí, dónde faltan ventanas que le iluminen la esperanza.




Todo bien.

Y de repente, esa canción. Esa que no podía ser otra, esa. La que hace que pasen por mi mente segundos que ni si quiera sabia que recordaba. Porque sí, porque a veces cuando las canciones suenan, también lo hacen con ellas momentos y personas.

Era ese grupo del que no me gustaba ni el nombre y su "Wish you were here".

El día que me la dedicaron no entendí el por qué, ni tan si quiera le di importancia. La traté como un ruido más de la vida. Ahora parecía que ese ruido se había vuelto hasta agradable. 
No sería por haberla escuchado más de 1.000 veces cuando todo dejó de pasarnos, que va. Como tampoco fue ahí que la entendí junto a todos mis finales mientras me resbalaba conmigo misma.

Es así como aprendí que una canción no es vieja por el tiempo que tenga, sino por los recuerdos que contenga. 
Pero que resbalar con algunos de esos a veces es tan necesario como lo de mirar el pasado tal cual era.
Y saber que hiciste bien.


Y será por eso que siempre buscamos música "nueva".

lunes, 2 de junio de 2014

Buenos días, insomnio.

Que incómodo cuando se te mete un "quiero" entre ceja y ceja y ya no hay quien te lo saque, más que tu mismo. Que incómodo porque te ves obligado a darte de palos contra la realidad, a abandonar la ilusión y la esperanza, y a dejarlas botadas en  alguna estación por la que al parecer, no va a pasar ningún tren. 
Esperabas por algo que nunca iba a suceder. "Estúpido" te dices. 
El poco alisio de honor que te queda viene dado por el saber que no has sido el único que se ha visto aguardando por alguien que no pensaba sucederle. Por lo visto, cada día somos más los que nos quedamos a dos velas en un banco dónde todo es oscuridad, menos el que sujeta todo el cariño que quiere dar. 
Ya veis, eso de lo que os hablo, es la única droga tan fuerte capaz de hacerte ver todas esas ruinas, como si estuvieran encendidas, como si no fueran lo que realmente son. Porque el amor tiene esa manía de distorsionarnos la realidad, las ideas y la propia razón. De hacerte creer que un corazón herido, puede volver a palpitar sin el miedo a otra derrota y al no salir ileso, como haciéndote olvidar que en un mundo donde existen miles de millones de dos que se dan de eso, también existe el fracaso. Y te darás cuenta, una vez más, mientras te golpeas contra la realidad y te mojas la cara en sudorosas noches de insomnio. 
Pero no te preocupes, es bien sabido que el palpito que se ha mantenido latente tras mil derrotas, podrá seguir latiendo durante otras mil más. 
Es nuestra naturaleza, la de amar.


domingo, 1 de junio de 2014

Ni juntos, ni revueltos.


Otra vez tú golpeándome la puerta.

Dicen que volver y volver, es revolver
y yo he estado revuelta en tu vida demasiado tiempo.

Quizás tanto que olvidé lo que realmente significaba amar,
y no digo querer, que suena a todo lo que egoísta que has sido
sino amar, que retumba en cualquier oído como un suspiro de algo más.

De tanto en tanto rebuscando lo que diera validez 
a unos te quiero que no salían de mi boca.
Hasta llegué a rebuscar en la basura de todo lo que hacías
pero allí nunca encontraba nada por lo que valiera mancharme los intentos,
solo habían restos putrefactos de lo que alguna vez pudo haber sido
de haber sido otros.

No te rías más de los demonios que hemos engendrado,
a fin de cuentas, son fruto de todo lo que juntos pasamos.
Tampoco pidas que te deje echarte en mi hombro
ni me digas entre ruinas que todo saldrá bien. 
Demasiado tarde para arrepentirte de nuestros males.
Muchas ausencias que ya resultan irremediables,
demasiados viernes y sábados a solas, con la soledad.

No, gracias, puedes quedarte con los bombones caducados y el vino de tu abuelo
que no se entere que se lo has robado, aunque ya no esté.
Ni se te ocurra pedirme que haga de ti esperanzas una vez más 
porque quizá no sepas pero la confianza es algo más que un "confía en mi"
cuando todos los hechos están desordenados
y todas las palabras tan huecas que me hacen eco.

Ya asimilé que no volveríamos a estar juntos, 
ni tan si quiera a estar revueltos entre sábanas en horas que fluyen con rapidez.
Todas las cosas que nos atreviamos a hacernos y que nunca les contamos,
ya son parte del pasado.

Puedes irte por dónde has venido
pero esta vez, para no volver.

Yo no soy esa,

  Artist: Brett Allen Johnson Yo no soy esa. Bueno, sí sigo siendo Pero sin ser. No sé si me explico; Soy y no soy Sigo y no sigo siendo es...