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lunes, 25 de mayo de 2015

La solución nunca debió ser aquella.

When I'm lying in his arms, I'll be thinking about you.
Even when he smiles, I'll be thinking about you.

Vía: https://es.pinterest.com/pin/436567757597985639/
No sé como, pero cuando quise darme cuenta ya estaba a mí lado, en mi cama. Acariciándome las curvas sin frenos, intentando descarrilarse por ellas, como anhelando creer que sus manos aquella noche eran mis dueñas. 

Ocurrió unas cuantas veces más, en otras tantas manos distintas a esas. Pero todas muy iguales, todas muy frías. 
No fue ahí cuando empecé a odiar las citas, fue poco antes de que se sucedieran todas esas incómodas escenas de camas llenas y vacíos emocionales.

Estamos en el centro de la cama. Acarician mis caderas. Sonrío. Sonríen conmigo, y en todos ellos veo tu sonrisa. En lo que buscan la cumbre de mis senos, siento el calor ajeno aproximarse a mis labios inertes. Me besan y percibo que no saben como sabías tú. Ya no estoy en el centro, sino en el filo, apunto de caer y cortarme. Amargamente lo admito. Amargamente me doy cuenta de que la ansiedad vuelve. Amargamente digo: basta.

Tantas inocentes formas de intentar cabalgar por el camino al séptimo cielo. Tantas risas que me producía aquel falso candor.
Es cierto que por unos instantes sentía que aquellas manos extrañas calmaban mi ansiedad. O que podrían llegar a hacerme sentir algo más que la ternura con la que les besaba la frente. Pero luego les miraba a todos ellos y me daba cuenta de que jamás podría. No me conocían, no les conocía y tampoco quería conocerles ni que lo hicieran. Ya lo sabía. Lo había sabido desde el momento exacto en el que también supe que debía echarles de mi cama. Ninguno de ellos eras tú, y sin embargo, en todos ellos te buscaba. 




Toda vía.


Suena Winning a battle, losing the war. 
Me hace volver a ese punto de cada día en el que te recuerdo. 
La verdad es que aunque intente no pensarlo, todavía.

Todavía estoy tratando de olvidarte.
Todavía intento hacerme a la idea de que lo poco que conservo de ti, 
será lo único que tenga hasta el día que muera.
Todavía trato de perdonarme que me odies.
Sí, todavía.

Hace tanto que perdí el tren, que cerró la estación. 
Y aún sigo allí intentando pensar que aún queda alguna vía 
que me lleve hasta ti.
Pero la realidad es que toda vía quedó destruida.
Y sin embargo, todavía te escribo como si algún día me fueras a leer.


martes, 19 de mayo de 2015

En busca del cambio.

Niña registrando a un soldado, Banksy.
20 de mayo de 2015, España.
La página de Facebook dedicada a El Periódico deja entrever una pequeña y curiosa noticia publicada el día anterior.
¿El titular? el siguiente: El trato de un niño a un vagabundo conmueve a los clientes de un restaurante. (Alabama, EEUU)

La primera impresión al leerlo puede ser preguntarse el porqué un acto así es considerado noticia. Además, es algo ocurrido en otro país, cosa que inevitablemente nos hace restarle importancia. Quizá esto último viene dado por eso de vivir "emburbujados" en el nuestro (se viva en el país que se viva).

La noticia se lee en un suspiro. Sí, es escasa en palabras, por lo que sigue sin ser extraño que nos suscite a preguntarnos: "¿por qué?."

Sin embargo, al poco rato de que la noticia haya sido analizada por nuestro cerebro, resulta sencillo comprender que no necesita de más palabras, pues a un acto así le sobran.

No hablaremos de la noble ingenuidad del crío para obrar como obró. Si habláramos de ingenuidad, el mundo continuaría sin entender que lo realmente sorprendente de esta historia no es el acto en sí.

Es cierto que lo que hizo es maravilloso, pero es más maravilloso aún cuando nos damos cuenta de que todo el egoísmo que hay en el mundo, viene impuesto.
No es extraño que el ser humano viva sumido en la codicia, lo verdaderamente alucinante es que a día de hoy lo haga aún más descaradamente.

Cada vez parecemos estar más absorbidos por los mandamientos del capitalismo. Es por ello que la rareza de la noticia no debería venir suscitada por el hecho de preguntarnos porqué está publicada, sino por el de pensar en como es posible que crecer y hacerse "adulto" suponga casi sin querer un acto de deshumanización. Un hito al olvido de todo lo que se sabe cuando se es niño.

Que un periódico deje entrever noticias así es sin lugar a dudas algo que aclamar, pero ojalá que en un futuro no haga falta publicarlas para que la sociedad se mentalice de algo que ya debería saber.


martes, 5 de mayo de 2015

Hideaway of dreams.


Hola, queridos. ¿Qué tal os trata la vida?
Es curioso que empezara este proyecto hace 3 años y que en ningún momento de esos, me haya detenido a escribiros directamente a vosotros. Pero como dice el dicho, nunca es tarde.
Ni si quiera para hacer lo que debí haber hecho al comenzar el blog, presentarlo.

Empecé este mundo por las mismas razones por la que a todos nos da por comenzar a escribir alguna vez, el dolor y el olvido. Razones que han ido florecido en otras tantas.
Todas ellas las podéis suspirar en las sensaciones que trato de transmitir en cada post que redacto.

Pero los verdaderos motivos por los que hoy me dirijo a vosotros son realmente otros.
Ya sabéis que el nombre de este rincón solía ser "Classy girls don't kiss in bars like this." Bueno, pues como la esencia de la vida es el cambio, he decidido que tocaba cambiarlo. El nombre elegido ha sido "Hideaway of dreams" ("Rincón de los sueños"), porque en eso es en lo que se ha convertido últimamente.

Por otra parte, necesitaba daros las gracias, pues no esperaba que mis palabras llegaran tan lejos. 
Lectores ya no sólo en España sino en lugares como Estados Unidos, Austria, Ucrania, Alemania, Rusia, Francia o México entre otros. 

Ya son más de 14.000 huellas las que habéis dejado por aquí, la mayoría en este último año. 
Tan sólo se me ocurre daros las gracias y seguir escribiendo con la motivación que me da pensar que tantas personas distintas, sentimos igual.

Porque todos tenemos nuestro "Hideaway of dreams",  yo os invito a que forméis parte del mío.

¡Mil gracias!

viernes, 1 de mayo de 2015

El truco de la vida.

Fotografía: Alejandra Vega Martín.

Aún quedaban dos horas, el puerto estaba a 15 minutos y yo como siempre ya andaba con prisas.
No sé en qué, pero me lo notó.
Se rió de mí desde el primer momento que me vio, y yo con él. Quizá por eso nos hicimos amigos tan rápido.
Colocó la maleta en el maletero mucho antes de que se lo pidiera y tan pronto como pude sentarme en el asiento de acompañante le dije el destino. No dejaba de reírse.
Debo admitir que los primeros segundos me confundía tanta carisma de una persona que parecía estar alegre sin un motivo aparente.
Era un día festivo, él trabajaba, y sin embargo, tan feliz.
A 12 minutos de llegar, me comentó que muchas veces cuando nos sentimos apurados, hacemos que sin querer los demás también se sientan así.
Me reí, le di la razón y traté de calmarme y disfrutar del trayecto, más por él que por mí.
Mi curiosidad por saber por qué trabaja un día como ese le llevó más tarde a preguntarme sobre lo que estudiaba.
A 10 minutos, se sorprendió, casi palideció al escuchar mi respuesta.
No entendía por qué entre tantas cosas avariciosas, yo había elegido lo que había elegido.
En otra época no tan lejana seguramente yo tampoco hubiera sabido muy bien el por qué, pero en ese momento lo tenía tan claro que no pude callar toda la pasión que sentía al hablar de aquello.
A 7 minutos, me confesó que el brillo y la seguridad que veía en mis ojos ya lo había visto antes, en los suyos.
Le encantaban los coches y conducir. Ir de un lado para otro.
Su mujer no lo entendía. Nadie lo entendía. 
Intentaba explicarlo, pero parecía que pocas personas le comprendían porque pocas eran las que se habían permitido sentirlo alguna vez.
La gente prefiere pensar que luchar por los sueños es algo ridículo que termina en fracaso, olvidando que el éxito se encuentra más en disfrutar del camino, que en terminarlo.
También me confesó que muchas veces lo que ganaba en un día completo de trabajo no era suficiente. Otras parecía que de repente venía la suerte. Que nada era predecible en ese negocio, excepto su felicidad al llegar a casa.
Me dijo que no me alarmara, que hasta él conseguía ahorrar y ver mundo al menos una vez al año.
Cuando quise darme cuenta ya habíamos llegado y ya estaba mi maleta en tierra.
Nos despedimos como si haber coincidido en la vida hubiera sido algo que tenía que ser para que luego pudieran ser otras cosas. Y muy felices por ello.
Y allí estaba yo, con mi maleta, tan joven y tan llena de ganas de vivir. Olvidando la realidad que nos reprime y dejando volar las ganas. Sabiendo mejor que nunca que encontrar algo que nos apasione y aferrarnos a ello, es el verdadero truco de la vida.

Yo no soy esa,

  Artist: Brett Allen Johnson Yo no soy esa. Bueno, sí sigo siendo Pero sin ser. No sé si me explico; Soy y no soy Sigo y no sigo siendo es...